Un trabajo realizado con 55 familias de
agricultores residentes en esta región de Santander, evidenció que las sequías,
en particular la de 2014, aceleró un cambio en los sistemas productivos de los
cultivos tradicionales.
Por ejemplo, en la vereda Macaregua, del municipio
de Curití, se encontró que mientras antes se solía cultivar tabaco, maíz,
fríjol, yuca y café, hoy en día parte de los terrenos aptos se dedican al lulo,
la habichuela y el mate.
Precisamente, en esa zona mientras las
precipitaciones solían ser entre 1.500 y 2.000 metros cúbicos, ahora apenas
alcanzan los 1.000. De ahí que los productores introduzcan nuevos cultivos que
les resultan, al parecer, más lucrativos.
Se trata de una situación preocupante, si se tienen
en cuenta las cifras de 2008 del Sistema de Semillas Nacional, en las que se
evidencia la influencia de la agricultura familiar en el país con una
participación del 66,3 %, y un área cultivada del pequeño
agricultor que ocupa el 75,9 % del territorio nacional.
A las fuertes sequías por los cambios climáticos,
hay que sumarles la falta de salida de los productos obtenidos de semillas
tradicionales. De hecho, se evidenció que en más de 10 familias de cada vereda,
el 60 % de la producción no se vendía porque el comercio exigía la utilización
de semillas comerciales con mayores valores productivos y adaptables a nuevas
condiciones climáticas.
Por eso, se trabaja en estrategias para que el
pequeño agricultor sea competitivo y aproveche correctamente las áreas
productivas. Los participantes de este trabajo realizan capacitaciones a la
comunidad de las variedades comerciales de las semillas. Asimismo, ofrece
asesoría en el tratamiento de las mismas con el objetivo de preservar su
importancia social y cultural como identidad de las comunidades.Prensa. Prensa Unimedios
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